Sri Lanka es una pequeña isla en el sudeste de la India. Es un país que fascina porque no se espera tanto de esta pequeña perla bañada por el Océano Índico del tamaño de Suiza. La antigua Ceilán es tierra de contrastes y propone a los turistas un concentrado de paisajes asiáticos. Rodeada por una naturaleza exuverante, con más de quince parques naturales, que varían de las tierras altas con colinas tapizadas por jardines del mejor té del mundo, tupidas selvas, cascadas y manantiales; a las planícies con multitud de fauna en estado salvaje como los elefantes o el leopardo, siendo el Yala National Park uno de los lugares del mundo con mayor densidad de este felino. Siempre que se piensa en safari te viene a la mente África, pero está claro que este país no se puede descartar para nada, especialmente para los que gustamos de ver animales salvajes en libertad. Además, cuenta con una sorprendente riqueza cultural, con ocho lugares Patrimonio de la Humanidad sin olvidar que sus costas están bañadas por paradisiacas playas de cocoteros.

Esta variedad garantiza un estímulo constante que, sumado al carácter amable de sus habitantes permite unas vacaciones ideales, tanto si se desea una actividad frenética como si el objetivo es solamente el descanso.

Sri Lanka tiene clima ecuatorial, calor y humedad constantes en las costas y en los llanos. En la montaña, las temperaturas son templadas y el clima más seco. Saber cuándo viajar es primordial para disfrutar de todos sus encantos sin estar pasados por agua. Tiene dos periodos de lluvia importanes: el gran monzón (de mayo a agosto en el oeste, centro y sur) y el pequeño monzón (de noviembre a enero en el este). Debido a las grandes lluvias es preferible viajar de enero a abril, cuando las lluvias se vuelven más escasas y el clima es bastante soleado.

La mayor parte de su patrimonio arqueológico fue descubierto a principios del siglo XX porque la selva los había ocultado. Sigiriya, Anhuradrapura y Polonnaruwa, son las capitales de los antiguos reinos cingaleses y es lo que se conoce como el “Triángulo Cultural”. Son algo increíble. Como si formasen parte de la naturaleza, atestiguan la existencia en el pasado de reinos prósperos, así como la influencia del budismo que navegó desde la India para convertirse aquí en una de sus reservas espirituales.

Anhuradrapura

 

Fue su primera capital, entre los siglos IV a.C. y IX d.C. y es Patrimonio de la Humanidad. Los devotos budistas pasan la tarde meditando cerca del Sri Maha Bohi, el árbol sagrado nacido de un esqueje de la higuera bajo la que Buda obtuvo la iluminación. Hoy, es el árbol histórico más viejo del mundo, con 2.500 años de antigüedad. Este árbol sagrado atrae a millones de peregrinos todos los años, pero es la magestuosidad de lasdagobas (construcciones de forma semiesférica que suelen guardar una venerada reliquia de Buda en su interior), los restos de palacios y grandes esculturas de piedra lo que maravillan a los viajeros.

Polonnaruwa

Polonnaruwa, capital de la isla en el siglo XI, posee los más numerosos y mejores restos arqueológicos tanto civiles como religiosos del país. Caminar por sus calles en ruinas es como deambular por las páginas de El libro de la Selva de Rudyard Kipling, un escenario de monos, lianas y restos de templos.

Sigiriya, La roca del León. Es el resto de una erupción de magma endurecido de un extinto volcán. Una mole de granito rectangular aislada en medio de la llanura que alberga en su cima, a 370 metros de altura, los restos de una fortaleza. El refugio de un príncipe fratricida que se rodeó de pinturas al fresco de gran refinamiento. Estas pinturas son “Las Damas de Sigiriya”, un conjunto que se ve a lo largo de la subida a la cumbre. Se calcula que había más de quinientas pero hoy sólo quedan veinte pinturas. Después de subir 1230 escalones desafiando al vértigo, descubres en la cima estanques excavados en roca y, a vista de pájaro, un paisaje de selva cerrada e infinita allí donde mires. Sin palabras.

Kandy

Más al sur está Kandy. El centro de esta ciudad sagrada es el templo Dalada Maligawa, que guarda bajo techo de oro un diente de Buda. Esta apreciada reliquia se pasea a lomos de elefante durante el festival multicolor que tiene lugar entre los meses de julio y agosto. El resto del año la localidad es todo paz, como se comprueba paseando entre sus edificios históricos, sus jardines y el mercado que rezuma aromas de especias como el famoso azafrán ceilandés que tiñe con su color las túnicas de los monjes budistas que pasean por sus calles.

Alrededor de la ciudad crece una jungla densa que guarda espacios de gran valor ecológico como el Orfanato de Elefantes de Pinnewalla. En esta reserva se crían y recuperan elefantes asiáticos, más pequeños que el africano pero igual de amenazados que aquel. Aquí podemos dar un paseo a lomos de elefante y que los niños den el biberón a los más pequeños. El elefante asiático ha tenido una gran importancia en el espiritualidad cingalesa, ya que lo asocian con el poder y la sabiduría. De ahí que abunden los elefantes en libertad.  Y de ahí también que Sri Lanka sea un lugar ideal para realizar safaris. Parece que un buen pedazo de la África salvaje se hubiese ido flotando hasta el país asiático para recargarlo de paisajes hilarantes y de una fauna única. Los animales que pueblan esta vasta superficie son elefantes, ciervos, leopardos, chacales, halcones, águilas, panteras, osos negros, grandes varanos, búfalos de agua, cocodrilos, monos, cerdos salvajes y otros más que se cruzan en el camino y que podemos observar desde muy cerca. Es ideal alojarse en medio de estas reservas. Hay seis parques que proponen alojamientos in situ en forma de campamentos ó chalets en plena naturaleza. Entre los parques más conocidos se encuentra Yala, famoso por sus leopardos. Para observar las grandes manadas de elefantes son perfectos varios como Kauduluwawa, Uda Walawe ó Minneriya, donde te dan la posibilidad de realizar un safari a lomos de un elefante por la jungla.

Ceilán

¿Quién no conoce el té de Ceilán? Todo el mundo lo conoce. La isla es famosa por la calidad y cantidad de té que se produce. Nuwara Eliya, estación de montaña en el centro de Sri Lanka, donde siguen activas decenas de factorías de té. Es conocido por cultivar el mejor té del mundo. El “oro de Ceilán” se extiende en hectarias y hectárias, donde las mujeres tamiles, con sus trajes de mil colores, seleccionan las hojas del té cuidadosamente. Algo imprescindible, si tu cuerpo aguanta, es subir el Adam’s Peak(2243 metros de altura), un lugar de peregrinaje para 4 religiones y un lugar único en el mundo. Su ascensión se hace en plena noche para disfurtar del amanecer en plena cima. Es un espectáculo maravilloso. Todo ocurre muy rápido. Los colores cambian, el cielo se ilumina…

No podemos dejar de hablar de sus playas. Arena blanca, aguas turquesas, peces multicolores, cocoteros inclinados… Un paisaje de postal. La isla es un auténtico paraíso para unas vacaciones de relax y playa. Pero si quieres acción, puedes avistar ballenas azules y delfines mar adentro, disfrutar del espectáculo de ver cómo desoban en la playa tortugas marinas de más de un metro o deportes acuáticos como surf, windsurf, buceo… Un atractivo menú para los amantes de la naturaleza y el deporte.