Con unas raíces diferentes al resto de África, Namibia tiene un aire un tanto alemán. Sin apenas habitantes y uno de los países menos turísticos para realizar safaris, sin embargo, si te decantas por ella las tierras del Desierto de Namib y sus tonalidades te crearán una adicción por la que desearás volver a visitarla. Mezcla de culturas ancestrales, sus primeros moradores los San, junto con los Herero o los Himba, entre otras, forman parte de esas curiosas variedades étnicas que se mantienen impertérritas al paso del tiempo.

Sossuvlei

Localizado en el Parque Nacional de Namib-Naukluft. El sosiego de las imponentes dunas y las fotogénicas esculturas muertas y solitarias de árboles rasurados plantados sobre un gran salar seco, son un excelente recuerdo grabado en nuestra retina.  Las enormes dunas, algunas incluso de casi 380 metros de altitud, están formadas por la virulencia del mar y el viento del atlántico que expulsa la arena creando enormes montículos a caballo entre color azafrán y rojizo. El oleaje de arena resultante es un marco indescriptible y de un sosegado éxtasis. Entre las actividades a realizar en el Parque Nacional, la experiencia de sobrevolar a primera hora de la mañana en globo este desierto, formará parte de vuestro recuerdo más inolvidable. No pierdas la oportunidad de deslizarte por las dunas más altas del mundo practicando el sandboarding.

Swakopmund

El art nouveau de esta antigua ciudad de raíces europeas es el marco insignia de esta zona. En sus alrededores podrás visitar la Costa de los Esqueletos, uno de los lugares más tenebrosos climatológicamente que a lo largo de la historia ha provocado que miles de barcos y ballenas fueran a la deriva en sus costas. En la bahía de Walvis puedes realizar un crucero para el avistamiento de focas y delfines, o realizar un recorrido en 4×4 por Sandwich Harbour son algunas de las múltiples actividades que oferta la ciudad de Swakopmund.

Twyfelfontein

Las cuevas y los más de 2000 grabados y pinturas rupestres  de más  de 3000 años de antigüedad de Twyfelfontein, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco son las más importantes de África y visita imprescindible en Namibia.

Damaraland

La belleza indómita de esta región de Namibia, es un marco extraordinario en este viaje. Fauna salvaje paseando en un entorno de colores a gusto del sol y los conocidos como elefantes del desierto. En sus alrededores, las cabañas de paja repartidas en esta llanura desértica son el hogar de los Himba. Tribu reconocible por el ungüento rojizo que impregnan sobre sus cuerpos desnudos y cabellos trenzados. La vida tradicional de estas gentes ha permanecido indemne al paso del tiempo.

Ethosa

Este Parque Nacional, es de los más grandes del mundo. En él habitan cientos de mamíferos, aves, reptiles y anfibios. Ethosa es la cara más salvaje de Namibia. Un lugar único en el que puedes disfrutar de la fauna feroz, incluidos los 5 grandes y el rinoceronte negro. A pesar de ser un enorme salar seco, los afluentes de agua que la rodean y la llegada del agua en época de lluvias que lo revitalizan,  hacen que no falten animales en las orillas de sus aguas, por tanto un punto de fácil avistamiento de animales.

Las masas de turistas no están entre los destacados de Namibia, de ahí su gran atractivo. Recorrer Namibia, es encontrarse con animales salvajes bebiendo en abrevaderos, encontrarnos con el país con los desiertos más impresionantes y antiguos del mundo, compartir momentos con etnias ancestrales, surfear sobre las dunas más altas del mundo, un país inmenso donde respirar tranquilidad, soledad y a la misma vez estar lleno de otra vida. Kilómetros y kilómetros de un camino de paisajes insuperables, inesperados, interminables que te llenarán de una sensación de plena libertad.