Localizadas en el Pacífico sur y perteneciente a la Polinesia francesa, las Islas de la Sociedad, con 118 islotes suman una extensa superficie mayor al tamaño del continente europeo.

El archipiélago de la sociedad está compuesto por las islas de: Tahití, Raiatea, Moorea, Tahaa, Huahine y Bora Bora; a las que todos anhelamos llegar y ser recibidos por exóticos lugareños con los que compartir unas maravillosas vacaciones. Eso sí, no sin pagar el peaje de una larga travesía.

Bora Bora

La belleza de Bora Bora y las múltiples actividades que se pueden realizar en ella destacan entre sus atractivos. La frondosidad de la selva interior de este volcán extinto y un anillo de arrecife que enlaza toda la isla, dibuja una laguna idílica de la que enamorarte. En Bora Bora tienes la oportunidad de nadar o realizar actividades acuáticas en el arrecife, juguetear con las enormes mantas nadando bajo tus pies o simplemente disfrutar del paraíso en una laguna color turquesa o esmeralda al remanso del sol. Un codiciado tesoro considerado una de las islas más bellas del mundo con alojamientos y resorts de lujo.

Tahití

Exotismo y exuberancia es lo que define la isla de Tahití, con Papeete como capital. La isla está unida por dos islotes y es la de mayor tamaño. Los volcanes son los reyes de estas islas y la densa y exuberante vegetación que habita en su interior se disputa el turismo con la costa oeste de la isla bordeada de impresionantes arrecifes coralinos, aguas cristalinas y playas de arena blanca. Mientras el negro es el color que cubre las playas de la costa este. La animada vida de Papeete es el centro vital para el turismo de la isla, restaurantes, alojamientos, mercados,… La isla de Tahití es el paraíso con mayúsculas y los tahitianos su bien más preciado.

Moorea

A escasa distancia de Tahití. Moorea es otra de las islas paradisíacas que conforman esta sociedad, aunque con un ritmo más sosegado y auténtico. Un entorno escarpado bajo la apariencia del volcán y las nubes coronando su cima. Sus celestiales playas de arena blanca y el arrecife que circunda su costa son un auténtico deleite para el turista.

Raiatea

La segunda isla en tamaño, la más sagrada, cuna de la cultura polinesia y la primera en ser habitada. Raiatea, es lugar de peregrinación para los polinesios que se expandieron por el Pacífico. Como toda la Polinesia, el verde es el color de su corazón. Picos escarpados, increíbles cascadas y aguas límpidas en toda su costa.

Tahaa

La autenticidad de la vida polinesia destaca en Tahaa. Sensaciones de paz y felicidad te invaden al aproximarte a esta isla con forma de flor. La vecindad con la isla de Raiatea, provoca que compartan el anillo de arrecife coralino y una laguna excepcional cercada por motus, pequeños islotes que sirven de frontera con mar abierto. La vainilla es el símbolo y el aroma de la bella Tahaa, repleta del cultivo de esta flor.

Huahine

Con apenas población, Huahine es un regalo de la naturaleza, exuberante y a la vez hospitalaria, cargada de un auténtico carácter polinesio. El rompiente coralino que rodea esta isla secreta, como también se la conoce, ofrece unas playas de arena blanca y unas aguas cristalinas en una laguna de diferentes tonalidades de azul pasando al verde.

Las islas del archipiélago de la Sociedad son seductoras, descaradas, hasta el punto de conquistar completamente todos tus sentidos y querer echar el ancla entre sus frondosos valles, sus escandalosas cascadas, sus amables gentes, sus aguas puras y toda la cultura que componen estos recónditos islotes perdidos en los Mares del Sur.